Ciencias Médicas: de escuela preparatoria a facultad modelo

Se trata de una unidad académica plagada de historias y donde se formaron profesionales de prestigio internacional
La idea de crear una Escuela de Medicina nació con el primitivo proyecto de la Universidad Provincial, concretado en 1897. Estaba concebida sobre la base de tres escuelas: Medicina, Odontología y Obstetricia. Pero sólo comenzó a funcionar la última.
Tres años después de la creación de la UNLP, en 1908, el profesor Robert Lehmann Nitsche -del Museo platense- elaboró un propuesta para que la flamante universidad contara con un Liceo de Medicina. Consistía en que los alumnos cursaran en La Plata los tres primeros años con programas semejantes a los de Buenos Aires, para luego continuar sus estudios en la UBA. Las únicas materias que había que organizar eran Anatomía y Fisiología; las demás podrían cursarse en Agronomía y Veterinaria y en Ciencias Físicas. Si bien este proyecto tampoco pudo llevarse a cabo, fue la base del que, finalmente, se concretó una década más tarde.
En 1918, Rodolfo Rivarola sucedió a Joaquín V. González al frente de la UNLP. El profesor llegó desde la UBA con la decisión de fundar aquí una “Escuela Preparatoria de Medicina”. Para cristalizarla consultó a Lhemann Nitsche y al anatomista Pedro Belou.
El informe de Belou fue clave. Abordaba tres temas fundamentales, como la disponibilidad de cadáveres, las cátedras a crear y la ubicación de la escuela. Rivarola presentó el proyecto en el Consejo Superior, que, el 27 de abril de 1918, dictó la ordenanza que creaba en el ámbito de la Universidad Nacional de La Plata la “Escuela Preparatoria de Medicina”.
Cabe destacar la importancia que tuvo en esa empresa el Centro Pro Escuela formado por bachilleres platenses, que más tarde se convertiría en el primer Centro de Estudiantes de la facultad. A través de la Federación Universitaria Argentina (FUA), el pedido llegó hasta el presidente de la Nación, Hipólito Yrigoyen. La Cámara de Diputados destrabó los fondos, y en abril de 1919, por decreto del Ejecutivo nacional, nació la Escuela “...con arreglo al plan de estudios que regía en la facultad de Buenos Aires”.
Se estableció que los ingresantes abonarían aranceles de 201 pesos moneda nacional y que la inscripción total quedaba limitada a 300 alumnos. Ese número se correspondía con el cálculo que había realizado Belou acerca de la disponibilidad de cadáveres: 250. Pero dicha cantidad nunca se alcanzó y el cupo se redujo a 100 estudiantes.
Se resolvió acondicionar varios galpones que tenía la facultad de Agronomía y Veterinaria en 120 y 60 para que allí funcionara la Escuela. Mientras, lo haría en el Museo. Las clases dieron comienzo el 10 de mayo de 1919, y el primer director fue Pedro Belou.
Se vivía entonces un estado de agitación estudiantil como parte del movimiento iniciado en Córdoba en 1918, que derivaría en la Reforma Universitaria. La FUA convocó a una huelga. En febrero de 1920, Belou pidió autorización a la presidencia para reiniciar las actividades y en abril se reunió la mesa examinadora de Anatomía. Los alumnos platenses no se presentaron. Sí lo hicieron quienes venían de Capital Federal, que debieron ser escoltados hasta el Museo por la policía montada. En medio del examen, un grupo de “desconocidos” ingresó a la sala y comenzó a disparar. El alumno Vieira cayó muerto por una bala que las pericias posteriores demostraron que pertenecía a una repartición policial. Renunciaron Rivarola, Belou y los consejeros superiores. La Universidad quedó acéfala y la Escuela estuvo cuatro meses cerrada.
A Rivarola lo sucedió Carlos Melo y a Belou Daniel Greenway y poco después Víctor Widakovich. La Escuela tenía sólo tres profesores y un Centro de Estudiantes sólido y unido que manejaba la endeble institución.
A fines de 1920 el Consejo Superior evaluó suprimir la Escuela. Pero se nombró otro director, Emilio Cortelezzi, quien junto con los alumnos empezó a normalizar la situación. No obstante, en los tres años siguientes los estudiantes comenzaron a cuestionar el alto ausentismo docente, compras que había hecho la institución y la existencia de dobles sueldos, entre otras irregularidades. Cortelezzi reconoció que las mismas obedecían a que él era un “mal director”, y dimitió.
De la mano de un nuevo rector, Nazar Anchorena, y un nuevo director, Héctor Dasso, el Consejo Superior dispuso la reorganización de la Escuela. Corría el año 1923.
En 1926 se fijó que para ingresar había que aprobar 3 pruebas (una escrita y dos orales). Con el tiempo, la polémica sobre el ingreso marcaría a la unidad académica hasta la actualidad.
Desde 1930 hasta 1945 los estudiantes tuvieron un fuerte protagonismo y comenzaron a instrumentarse las modificaciones que respondían a la Reforma del ‘18. Se avanzó en la implementación de los concursos para designar docentes y se creó la figura del profesor libre y la cátedra paralela, lo cual despertó vocaciones docentes entre médicos platenses. Así se fue formando una planta propia que reemplazó a la que provenía de Buenos Aires.
El 23 de marzo de 1934 el PEN autorizó la conversión de la Escuela en facultad.
Para 1944 contaba con 1.470 alumnos frente a los 235 de 1919. Se habían graduado 530 médicos. El primero fue Daniel Ghiringhelli, en 1936.
El primer decano fue Héctor Dasso. Se elaboró un plan de estudios propio y la facultad se mudó a 120 y 60. A diferencia de Buenos Aires y Córdoba, no contaba con Hospital Escuela, por lo que la parte práctica se dictaba en los hospitales San Martín, de Niños, Romero y San Juan de Dios.
A partir de 1943 se sucedieron las intervenciones de universidades y centros de estudiantes. Entre los delegados estudiantiles de Medicina destacaron Oscar Alende, René Favaloro, Julio Mazza, Luis Pianzola, Guillermo Lozano.
Durante el primer gobierno peronista se quitó el examen de ingreso y se eliminó el arancel. En ese marco, desde 1945 a 1953 se sextuplicó la cantidad de ingresantes.
Tras el golpe de Estado de 1955, el presidente Pedro Aramburu declaró en comisión a todo el plantel docente y derogó todas las medidas implementadas por el peronismo. Comenzaba una época de profunda inestabilidad y de duros enfrentamientos en la UNLP.
Durante el decanato de Roberto Ciafardo -1962-1964- se elabora un nuevo plan de estudios, se logra cierta armonía institucional, y un logro para la investigación, como la puesta en marcha del corazón pulmón artificial, la bomba de cobalto y el microscopio electrónico.
No obstante, a partir de 1966, bajo la presidencia de Onganía, ilustres docentes e investigadores se irían de las universidades y del país. Pese a tantos años de inestabilidad, cabe destacar que la facultad acunó a eminencias como Rodolfo Brenner y José María Mainetti, entre muchas otras.
Durante la dictadura 1976-1983, el decano fue Manuel García Mutto. Lo sucedió como decano normalizador Oscar Giacomantone. Llevó mucho tiempo recomponer una facultad de calidad. Las sucesivas crisis económicas no ayudaron en absoluto.
En 1992 se instauró el curso y examen de ingreso cuya legitimidad llegó a dirimirse -a favor de las autoridades de la facultad- en la Corte Suprema de Justicia, que alegó que se enmarcaba en la Ley de Educación Superior sancionada en 1994, hasta hoy vigente.
En los ‘90, el decano José Carlos Fassi fue el que le dio a la facultad una visión moderna para la enseñanza de la medicina. El Hospital Universitario Integrado fue una iniciativa suya para dar respuesta a la disminución de camas en los hospitales públicos. Se realizaron convenios con instituciones privadas con el fin de que los alumnos pudieran cursar las diferentes asignaturas de grado. Se estableció un concepto absolutamente nuevo: “la Facultad está donde trabaja su docente”. Siguiendo esa premisa, y con la inclusión de la tecnología aplicada a la educación, se desarrollaron nuevos proyectos haciendo crecer la propuesta original. Hoy el Hospital posee un centro de teleconferencias que permite la educación a distancia, y pronto se convertirá en un Hospital de Simulación completo. Al mismo tiempo, la unidad académica avanza en la construcción de escuelas de medicina en los principales hospitales de la zona, como el San Martín, el San Juan de Dios y otros.